Vi a lo lejos una diminuta luz brillando con la intensidad de una estrella.. Era tal su brillo que mis ojos cansados no querían mirarla.. Pero mi mente, casi hipnotizada, no dejaba de pensar en ella… ¿Desde cuándo estará ahí? ¿Qué será? ¿Sólo la veo yo? ¿podré alcanzarla???
Esa luz se fue haciendo cada vez más intensa.. así que finalmente, me picó la curiosidad de cómo llegar hasta ella y descubrir qué era..
Decidí iniciar la andadura por un sendero desconocido, lleno de pronunciadas curvas y repleto de aromáticas y espinosas flores..!! Como llevaba a la Duda y a la Incertidumbre por compañeras de viaje e iban siempre atormentándome, pedí ayuda a la Paciencia.. que me consolaba en mis peores momentos.
Y a mis espaldas, un hatillo con una cajita de Precaución, una bolsita de Alegría, un gran frasco de Sentido del humor en polvo, un tarro de Imaginación combinada con una pizca de Inspiración recién cosechada, una botella de Optimismo y un tarro de Nobleza.
La Duda me decía que mi sendero iba a ser tortuoso… mientras que la Incertidumbre me aseguraba que no encontraría ninguna señal indicándome el camino correcto… y que en alguna ocasión, me perdería…!
Pero la Paciencia enriquecía mi esperanza.
Después de muchos días, llegué por fin hasta ella. Comprendí que mi búsqueda no era fortuita. Ella me conocía desde hacía muchos, muchos años… pero yo siempre había declinado su invitación..
Me arropó con su cálida capa y el Sol y la Luna se sucedieron durante mucho tiempo, hasta que desperté de mi entrañable sueño.
Me dijo que se hacía llamar Pasión!!! y no todos la veían.. Algunos pasaban por la vida, sin ni siquiera haber visto su luz.. , sin ni siquiera haberla conocido..
Nos hicimos grandes amigas, y ha sido desde entonces mi más fiel compañera. La que me ayuda a caminar, a empujar y a arrastrar.. la que me habla en horas bajas para hacerme viajar hasta su luz.. la que me inspira, la que me da vida..
Lluïsa Moya