Lo mejor de una alpargata es la comodidad que proporciona. Antes de estrenarlas o cuando estén bien limpias, podemos utilizar los sprays protectores de ante o serraje (también se pueden usar para las de tela) y así protegerlas de futuras manchas, ya que que nos ayudarán a que esas manchas no penetren tanto y que la limpieza sea más efectiva y rápida. Se procede, rociando bien toda la parte superior de la alpargata (como viene indicado en las instrucciones del spray protector) y dejando secar a la sombra.
En primer lugar, es muy importante tener en cuenta que no podemos introducir nuestras alpargatas en la lavadora. Los zapatos elaborados con esparto o de yute se pueden deformar y estropear con el agua.
Las alpargatas están hechas de fibra vegetal, para una conservación óptima, lo mejor es utilizarlas en suelos secos. Con el agua, la suela se podría mojar y, con el peso del cuerpo, se podría acabar deformando. Si esto ocurre, debes lavar y secar lo antes posible.
Para eliminar el olor del zapato, el bicarbonato de sodio puede ayudar. Con las alpargatas secas, puedes introducir una cucharadita en el interior, sobre todo en la punta y dejar actuar durante toda la noche. A la mañana siguiente, se retira el bicarbonato de sodio con un paño húmedo y ya estarán listas para usar.
Generalmente, las alpargatas se deben quedar un poco sueltas para que, cuando las lave, no queden pequeñas, ya que están hechas (o todas o su revestimiento) de algodón, que tiende a reducirse.
La primera regla y más importante es no mojar nunca la suela de esparto pues este material tiende a endurecerse y se estropea, además de desprender mal olor y terminar por deshacerse, si se moja. Por tanto, es necesario que evitemos el contacto directo con el agua. Si por alguna circunstancia se mojara la suela de esparto, hay que secarla al sol inmediatamente. Si está nublado o hay mucha humedad, podemos espolvorear bicarbonato por toda la suela para conseguir que absorba esta humedad. Además, es necesario que cepillemos el bicarbonato sobrante suavemente.
Para limpiar las manchas de grasa o comida, de nuestras alpargatas, lo mejor es poner un poco de polvos de talco y dejarlo actuar para que absorba la grasa. Después cepillar para eliminar el talco y la suciedad se irá con el cepillado.
Para las espadrilles de piel: lo mejor es aplicar una crema incolora y sacarle brillo. Si lleva hebilla simplemente pasarle un paño para quitarle el polvo.
Para las espadrilles de tela: lo más fácil y eficaz es mezclar un poco de agua con amoniaco o con jabón neutro. Humedecer una esponja o trapo en esta solución y pasarlo suavemente por la tela de las alpargatas sin empaparlas. También para limpiar el interior.
Si hay marcas oscuras en tus alpargatas y tras haberlas limpiado no desaparecen, utiliza una goma de borrar de las de toda la vida de color blanca y empléala directamente sobre la mancha de la zapatilla de esparto.
¡Y por último a secar! Meter unos papeles de periódico en el interior, absorberán la humedad y evitarán que se deformen. También, y no menos importante, intentar guardarlas en una caja, con suficiente espacio para que es esparto no quede aprisionado y, consecuentemente, se deforme.
Si las secas al sol, ponerla que la suela quede hacia arriba, así aseguramos una durabilidad del color, y aceleráramos el secado en la suela, ya que es donde se acumula más agua.